Sin escape: ¡El legado de Attica perdura!
Traducción de Sofía Jarrín
«¡Attica! ¡Attica! ¡Attica!» Mas que una simple línea de la emblemática película Tarde de perros (1975), este llamado hace alusión al clamor desafiante destinado a evocar los recuerdos desgarradores de lo que ocurrió en el transcurso de cinco días, en septiembre de 1971, en una prisión infamemente inhóspita y sistemáticamente racista en la ciudad de Attica, Nueva York. Estos acontecimientos llegaron a representar el poder de la resistencia organizada frente a una violenta opresión.
El levantamiento en la penitenciaría de Attica fue la culminación de un movimiento por la lucha antirracista que se había estado gestando en los Estados Unidos, precedido de graves disturbios en las cárceles y el auge de diversos movimientos sociales a lo largo de la década anterior. Hoy, sigue siendo la mayor y, trágicamente, la más sangrienta rebelión carcelaria de la historia de los Estados Unidos. El digno objetivo de muchos de los hombres encarcelados era presionar a esta penitenciaría –conocida como «la última parada» por su reputación especialmente brutal– a afrontar el trato inhumano y abuso diario de los guardias y para que se adoptaran reformas. También exigían modestas mejoras a los servicios médicos, libertad de religión, mayores derechos de visita y acceso a servicios básicos de higiene como el de una ducha diaria y cepillos de dientes. Con este fin, el 9 de septiembre, muchos de los presos se amotinaron y tomaron 42 empleados de la prisión como rehenes.
Después de cuatro días de tensas negociaciones entre las autoridades, los hombres encarcelados y partes neutrales convocadas a negociar un acuerdo pacífico, la mediación fracasó por completo. Nelson Rockefeller, el relativamente moderado gobernador republicano de Nueva York, deseoso de imponer sus credenciales de «la ley y el orden», aprobó una redada en la penal. El 13 de septiembre, agentes de la policía estatal irrumpieron en la prisión, matando a 29 presos y 10 de los rehenes.
En las semanas y años posteriores, estos terribles acontecimientos dieron aliento a tanto activistas como reformistas –sobre todo a grupos de estudiantes y organizaciones socialistas–, quienes canalizaron su furia y frustración en diseñar afiches para expresar las exaltadas reacciones de todo el país, provocadas por el derramamiento de sangre. Estos afiches fueron utilizados para publicitar la difusión del documental epónimo de 1974 sobre Attica y para movilizar a las personas que se habían solidarizado con la difícil situación de los «hermanos de Attica», a quienes se les había negado la amnistía cuando la policía tomó control de la prisión. También ayudaron a mantener la concientización pública sobre la situación de los presos al vincular lo sucedido en Attica con otras causas sociales, garantizando así que el legado de los hombres que lucharon y murieron en Attica, y de los que sobrevivieron al levantamiento, no quedara en el olvido.
Por favor tener en cuenta que esta exposición incluye imágenes y referencias al racismo y a la brutalidad policial que cierta parte del público podría considerar perturbador.
Salvo que se indique lo contrario, todos los afiches forman parte de la Colección Permanente de Poster House.
Guías con letra grande están disponibles en informaciones.